La única verdad es la tuya, en la que tu cuerpo y tu mente están de acuerdo en las acciones que realizas.
Cuando lo que haces concuerda con lo que sientes.
Todo el resto, todo lo demás, está condicionado por nuestra educación, nuestra familia, nuestro entorno, nuestro estilo de vida.
Cuando mientes, tu respiración se acelera, se vuelve brusca.
Cuando estás en paz, tu respiración es calmada y sutil, apenas se nota.
Esto ya se sabía en culturas ancestrales, hace miles de años.
Sabían que debían cuidar su casa, su familia, su pueblo, su medioambiente y utilizar la naturaleza, su entorno, para poder vivir de manera sostenible, de forma equilibrada.
Cada vez que esto se incumplía, que se desequilibraba, había una hambruna, una guerra, una calamidad que generaba unas heridas que tardaban siglos en cicatrizar y sumían a la humanidad en periodos oscuros.
En esos periodos, el ser humano es mucho más alimaña, que humano. Busca más la debilidad del otro, que la propia fortaleza humana, con todas sus prerrogativas. Olvidando su esencia de ser social, de necesitar de los demás para seguir avanzando y utiliza el poder , las armas y el engaño para avanzar “a la fuerza”, pero no es lo mismo.
Cuando lo que hacemos no coincide con lo que pensamos, nuestro cerebro se aturde y hace una toma incorrecta de decisiones, que nos llevan al estrés, la ansiedad y los miedos.
La respiración es el control natural de nuestro organismo, el que nos cuenta con detalle en qué situación estamos y las apneas son el medidor, el dato que entendemos, qué podemos ver, para saber si estamos mejor o peor.
Esa posibilidad de medición es esencial, porque las personas tenemos síntomas, que nos indican cuando estamos mal y nos dirigimos a la enfermedad. Pero cuando estamos bien, enseguida nos acostumbramos y al poco tiempo lo normalizamos y queremos estar mejor, pero como no tenemos una valoración lógica, valoramos por comparación con otro que supuestamente está mejor, lo que conocemos vulgarmente como envidia y que nos lleva siempre al desastre.
Esta incapacidad de valorar lógicamente, lo bueno que tenemos, nos impide darnos cuenta de la maravilla de vivir en democracia o en un estado de derecho, con todos sus fallos y corruptelas. Nos impide ver lo bueno en los demás. Desanimar y no prestar ayuda a nuestros inventores, científicos, pensadores, creadores, cuando empiezan a desarrollar su proyecto y sin embargo adorarlos cual dioses de barro, cuando consiguen destacar, poniendo mas en valor el descubrimiento, el dinero conseguido o el gol marcado, que la esencia de ser humano. Lo que le condena necesariamente a olvidarse de su humanidad, ya que de nada sirve y ensalzar la capacidad , el gran logro, la heroicidad , de marcar un gol o de salir en la tele, para poco tiempo después ser un juguete roto.
Ahí radica la importancia del dato. Que mediante el control y valoración de tu respiración, seas consciente de que eres persona, ser humano y que tienes unas maravillosas capacidades para ser feliz y hacer felices a los demás.
Ese es el gran descubrimiento, que está esperando a que lo quieras descubrir.
No imaginas lo que tu respiración puede hacer por ti.