
Los científicos aún no se han puesto de acuerdo en el origen de los virus, unos sugieren que evolucionaron de células parásitas que degeneraron hasta quedar reducidas a unos cuantos genes cubiertos por proteínas. Otras teorías afirman que evolucionaron de fragmentos de material genético escapado de los genes de algún organismo. Incluso existe la posibilidad de que surgieran de cero, de forma similar a las primeras células, mediante la combinación espontánea de ácidos nucleicos.
El caso es que no es el enemigo visto en las películas norteamericanas, al que hay que declarar la guerra en todos los frentes. Más bien, parece el mensajero, que nos avisa ya de una manera más seria, de que algo estamos haciendo mal. De que estamos modificando tanto nuestro medioambiente, que ya nuestro sistema inmune no es capaz de defendernos.
Ya nos ha pasado muchas otras veces, en las que hemos eliminado a otros seres vivos que compartían nuestro espacio, para poco después darnos cuenta de que eran necesarios, para mantener el equilibrio de la naturaleza.
Esto empieza a ser más serio, ya no es un síntoma que nos indica que comemos mal, o que respiramos basura, o que nos hemos pasado con el alcohol o las drogas. Esto es un cúmulo de estupideces que estamos haciendo en base a un estilo de vida, paleto y sin sentido, que mata a nuestros padres y abuelos y desequilibra nuestro organismo hasta hacernos perder la vida.
Mientras tanto, seguimos peleando unos contra otros, para ver quien consigue antes una vacuna o como se va a distribuir y todo, para volver a esa normalidad, que dentro de unos años nos volverá a poner en jaque y a lo peor de una manera definitiva.
A lo mejor si nos alejamos un poco del árbol, seremos capaces de ver el bosque.
