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La Supervivencia

El coronavirus ataca los pulmones y puede causar daños importantes.

Cuando una de las funciones más críticas del organismo se ve amenazada, nuestro sistema respiratorio activa la alerta roja.

El hecho de que somos seres que respiramos sin interrupciones significativas, desde el nacimiento hasta la muerte, debe considerarse fundamental.

Tomamos alrededor de siete millones de respiraciones por año. Si la esperanza de vida promedio es de 80 años, se suman más de 560 millones en una vida.

En salud y en reposo, es algo natural, lo hacemos sin esfuerzo y sin pensar.

En el tiempo en que se lee este artículo, se respirará unas 90 veces y se suspirará dos; como explica Jack Feldman, neurobiólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, periódicamente generamos suspiros rítmicos para mantener inflados los alvéolos pulmonares.

Respirar, como lo hacemos comúnmente, después de todo, es nuestra manera más elemental de lograr sintonía o ajuste.

El yo y la respiración están entrelazados: psique significa alma o espíritu, pero también respiración.

No solo es esencial para la supervivencia, además tiene una función fundamental en el desarrollo de la autoconciencia.

Nuestro yo comienza como un cuerpo que respira. Antes de que podamos hablar, ya estamos respirando.

En su ensayo “Poesía y Respiración” contenido en el volumen El arco y la lira, el poeta Octavio Paz dice: “Existe una relación indudable entre la respiración y el verso: todo hecho espiritual es también físico”.

Para Paz, respirar bien es “una manera de unirnos al mundo y participar en el ritmo universal. Recitar versos es como danzar con el movimiento general de nuestro cuerpo y de la naturaleza”.

Si bien la respiración se manifiesta a través de los pulmones, también está presente fuera de nosotros.

Con cada intercambio de aire, nos encontramos entretejidos en las corrientes de una presencia envolvente, una atmósfera, de la que somos inseparables y sin la cual nos sería imposible sobrevivir.

A pesar de su engañosa simplicidad, se requiere un programa sofisticado para ventilar los pulmones y responder a los desafíos fisiológicos y las condiciones ambientales cambiantes.

El aire que respiramos no es constante ni homogéneo, y para detectar estas fluctuaciones, las vías respiratorias utilizan una densa red que se deriva principalmente, pero no exclusivamente, del nervio vago, la complejidad de sus fibras en los pulmones y el diafragma es más intrincada que en otros órganos viscerales.

La información que transmite al cerebro se interpreta en gran medida de manera inconsciente.

La mayor parte del tiempo no nos damos cuenta de que respiramos, pero cuando algo va mal, o en una atmósfera de intensa ansiedad, la propia respiración es foco de temor.

La ansiedad restringe y sofoca la respiración —en latín angustia significa estrechez, puede volverse extremadamente difícil y amenazar nuestra supervivencia.

Sigmund Freud lo observó en la primera paciente del psicoanálisis, Anna O., que manifestaba una tos nerviosa.

Como se debe respirar. “El cerebro escucha a los pulmones. Cuando cambiamos nuestro patrón de respiración, cambiamos la forma en que pensamos y sentimos, nos conectamos con nosotros mismos y con los demás”. Escuetamente, como infiere el filósofo Maurice Merleau-Ponty, “hablamos de ‘inspiración’, y el término debe tomarse literalmente. Realmente hay inspiración y espiración del ser”.

Autor: David Dorenbaum,  es psiquiatra y psicoanalista.

El gran descubrimiento de nuestra siglo, está ahí, esperando a que lo descubramos y es: “ respirar de manera saludable “, para que nuestro cerebro tome las decisiones correctas, que nos permitan vivir con Salud y calidad de vida.

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